Es sabido que la TV tiene un efecto hipnótico, es decir que suspende los efectos de la realidad mientras uno está frente a la pantalla. Esto dicho de una manera algo exagerada, porque la televisión muchas veces muestra la realidad, con ese límite que impone el ángulo y el enfoque de la imagen.
El problema es cuando la política se pone en lugar de la televisión, termina jugando con los mismos parámetros y siguiendo el efecto hipnótico, también congela la realidad. Ahí estamos ante un problema bastante más grave que cambiar de canal o apagar el aparato televisivo.
Porque la política influye o determina muchos de los actos de nuestra vida cotidiana: desde el precio del pan al precio de la luz; desde las leyes que rigen la vida en comunidad; hasta una proyección que puede hacer un empresario para invertir o la certeza que pueda tener un trabajador, para saber cuánto va a cobrar a fin de mes, si es que tiene trabajo.
Ahora, el asunto se complica cuando la política y la TV se unen para suspender los efectos de la realidad o hacer que el recorte sea demasiado evidente.
Todo esto se juntó en la noche del sábado pasado, cuando el presidente de la Nación, Mauricio Macri, junto a su esposa, la señora Juliana Awada, recibieron a la conductora televisiva Mirtha Legrand.
Mirta, vale decir, parece ser un resumen del sentido común de los argentinos: Mirtha es la que pregunta, la que enfrenta a los presidentes, la que le cuestiona la forma de gobernar, es la que le dice a Macri “ustedes no ven la realidad”.
Y el Presidente, siguiendo la lógica del trance hipnótico, le responde con slogans, con consignas de campaña. Eso es lo que dejó esta nueva comunión entre la política y la TV.
Esta pos-verdad de la que se habla hace algún tiempo y a la que algunos lo redefinieron como la pos-mentira. El caso es, que pese a los artilugios de los discursos, la realidad queda. Permanece y se impone, por debajo, y más allá de la duración del tiempo que dura la hipnosis.
En el momento en que los gobernantes se dan cuenta que la realidad los sobrepasa, a veces es demasiado tarde. Esperemos estar a tiempo, en este momento de la Argentina, cuando termina un verano de los más calientes de los últimos años y se avecina un otoño bastante cargado de problemas por resolver.