#De tarifas y educación. No hay polémica en las palabras de María Eugenia Vidal acerca de la relación entre pobreza y Universidades. No se trata de un error ni de una falla de la comunicación. Tampoco es cinismo. Es pura ideología.
Esa manera de ser y actuar es la misma que los lleva a sostener la lógica de tarifas caras para los usuarios residenciales y para los comercios y empresas. Porque en el fondo (y se nota cada vez más, o sea que ya no está tan en el fondo), no les interesa un país que apunte al desarrollo, cuyo motor es (el mundo así lo demuestra), un Estado muy activo en función de alimentar la máquina productiva. Y eso incluye, justamente, tarifas accesibles al servicio de la producción y educación puesta en sintonía con ese camino.
Eso es la ideología. Es el combustible que alimenta la política. Por eso no hay que entrar en chicaneos. Hay que sacarle el velo de la política a la que dicen que “entraron”. Y es cierto. ¿Cómo no van a entrar en política? Si siempre estuvieron cómodos en la ideología que sostiene que “achicar el Estado es agrandar la Nación”.
En ese rumbo se (nos) llevan puesto todo. La Educación como herramienta de inclusión y la política activa de intervención en la economía para garantizar esquemas de desarrollo.
No sólo atrasan varias décadas (por eso la obsesión de mencionar constantemente un derrotero “negativo de 75 años”), sino que no son capaces de convencernos de un futuro mejor.
La ilusión se les escapa en nombre del presente.
Será hora de recuperarla y dotarla otra vez. De política y de ideología.
