Mientras el Gobierno volvió el mundo y aumentó en lo que va de su gestión la deuda externa en 77 mil millones de dólares, la actividad productiva, comercial y el empleo no dejan de mostrar cifras en baja, desde el verano pasado. Parte de esa tensión, se expresa en las calles por estas horas. Un país que vuelve a la “deuda eterna” para garantizar fuga de capitales, negocios especulativos que viajan en bicicletas financieras, frente a otro país que de prepo es puesto a redefinir su lugar en el mundo, quedando solo como proveedor de materias primas y servicios. En ese esquema, se renueva la pelea por la distribución del ingreso, y la espera de un tiempo en que la correlación de fuerzas favorable de los sectores populares permita discutir también la distribución de la riqueza. Porque plantear para donde se inclina el fiel de la balanza en la medición de la riqueza, es la mejor manera de combatir la pobreza.