Comenzó la campaña rumbo a las PASO. Las propuestas de reforma laboral están a la vista y se pueden ver en #Pepsico.
Se habla mucho de los impuestos. Pero nada se dice de la rentabilidad empresaria, que es el gran costo que pagan las mayorías populares y que no participan en la discusión de esta variable casi oculta de la economía.
La democracia tiene aún zonas vedadas para su real implementación. Un ejemplo de esto, de cruel actualidad en el caso Pepsico, es la ausencia de leyes que le den cuerpo a la letra constitucional que incorporó en su Artículo 14 bis, la “participación en las ganancias de las empresas, con control de la producción y colaboración en la dirección; protección contra el despido arbitrario; estabilidad del empleado público; organización sindical libre y democrática reconocida por la simple inscripción en un registro especial”.
Poco fue lo que se avanzó en el período 2003-2015 en este aspecto, por deficiencias estructurales en la correlación de fuerzas o por límites ideológicos de la propia fuerza gobernante.
La lectura de las falencias de esa etapa, que con contradicciones, pero sobre todo con enormes resistencias del poder real, planteó una gran discusión por el ingreso, no pueden ocultar el dato central de un gobierno que no se animó a la discusión profunda de la riqueza.
Pero, sobre todo, no se puede desconocer que en la actual etapa los límites ideológicos están puestos para defender la concentración del capital, la rentabilidad empresaria a cualquier costo (un desalojo con represión en esa lógica es apenas un acto administrativo) y en asegurar un país con tendencia mostrador. O estás de un lado y algo recibís. O te conformás con poner la ñata contra el vidrio, para ver una fiesta a la que no estás invitado.
Bienvenidos a la campaña electoral.
